Si esta pregunta se refiere a los seres mitológicos
antropomorfos emparentados con los humanos de las novelas de Tolkien, la
respuesta sería obviamente negativa. Pero si por otra lado, me estuviera
refiriendo a; una especie humana, el Homo floreciensis, extinta hace tan solo 10.000 años, que vivió en condiciones de aislamiento en
la Isla de Flores, de apenas 1 metro de
estatura y el cerebro del tamaño de un chimpancé pero aun así con lenguaje y
conducta inteligente, y que además forma parte de las leyendas del lugar que
generación tras generación hablan de unos pequeños seres que a veces aparecían;
la respuesta es afirmativa, existieron. Y su historia, de la que vamos sabiendo
más cosas por los descubrimientos de los investigadores, es todavía más alucinante
que cualquier novela mitológica.
Este no existió
Esta sí existió
El
descubrimiento.
Fue en 2003 cuando un grupo de paleontólogos
descubrieron unos fósiles humanos en la asiática Isla de Flores, a los que
apodaron Hobbits. Estos fósiles tenían algo muy peculiar, pertenecían a
personas que no superaban el metro de estatura, y tenían el cráneo muy pequeño.
Todo esto era muy raro, y ponía a prueba las teorías clásicas de la evolución y
migración humana. Se suponía que cuando salimos de África, nuestro lugar de origen,
nuestra estatura era mayor y también cada vez más lo era nuestro cerebro, superando en mucho a los australopitecus,
nuestros antecesores ¿Qué hacía entonces
un integrante del género homo tan pequeño en estatura y en cráneo en una isla
asiática y hace solo 18.000 años? ¿cómo llegó allí? ¿qué especie era su antecesora?
Isla de flores
Lugar de las excavaciones de fósiles
Homo floresiencis y Homo sapiens
Para poder entender esto, y la posible explicación a estas
preguntas, primero tenemos que conocer varios conceptos relativos a la teoría de
la evolución por selección natural, y la evolución de nuestro género humano
como parte de este proceso. Con temor a ser reduccionista, voy a intentar explicar
de forma simplificada ambos aspectos:
-
Teoría
de la evolución.
Ya sabemos que Darwin revolucionó la concepción del
mundo vivo, y por tanto de nosotros mismos, con su famosa teoría de la
evolución de las especies por selección natural.
Resumiendo, viene a decir que las especies aparecen
y desaparecen en base a un proceso de
selección natural. Una especie puede sufrir determinados cambios surgidos de
mutaciones, los cuales son aleatorios, casuales; si estos cambios son útiles porque
provocan una mejor adaptación del organismo vivo al entorno, son seleccionados
y se perpetúan en la descendencia. Existe en este mecanismo una intensa
relación entre el entorno y el ser vivo. Un organismo puede estar muy adaptado
a su nicho ecológico, pero una glaciación, un cambio climático, etc, pueden provocar cambios en el contexto que si
no es capaz de resolver, se verá abocado a la desaparición. Pero ese mismo
contexto sí puede ser válido para otras especies que por sus características se
adapten mejor a estos cambios. Como ejemplo, la época de extinción de los dinosaurios
propició la evolución de los mamíferos.
El mamífero que ocupó el sitio dejado por los dinosaurios
Dos ideas fundamentales hay que sacar de aquí; una
es que todo este proceso es casual y aleatorio, es un producto del azar genético,
no depende de una voluntad divina, y tampoco hay un plan preconcebido. Es
decir, la evolución no tiende hacia un fin superior, no existimos los humanos
porque somos el culmen de la evolución,
ni la evolución tiende necesariamente hacia formas más inteligentes,
existimos porque somos una especie que se adaptó. Eso desde nuestro
antropocentrismo resulta difícil de entender, pero es así. Volveré sobre ello
cuando se explique las posibles causas de existencia del hobbit, u homo floresiensis.
Si quieres profundizar sobre el tema, no dejes de
leer este artículo.
-
Evolución
humana.
Sí, nosotros también somos parte del proceso de
evolución natural, venimos del mismo organismo que todas las especies vivas, LUCA
(last universal common antecesor), y por eso todos los seres compartimos algo
que se llama ADN, una molécula que codifica un lenguaje que forma nuestro
genoma, y nos hace existir, junto con las variables ambientales, tal y cómo
somos.
Resumiendo muy mucho, somos descendientes de los
primates que hace unos 7 millones de años nos separamos de la rama que daría
lugar al chimpancé, y aún pasado ese tiempo compartimos el 99% de los genes con
él. Esta separación la produce un gran cambio en las condiciones climáticas y
geográficas, la aparición del Valle de Rift, que recorre una gran parte de
África, y separa a los primates de la zona arbolada de los de la sábana. Los
primeros se quedaron para siempre en los árboles, que les ofrecían, y ofrecen,
protección frente a los predadores. Los segundos, la rama que dio lugar a
nuestra especie, tuvo que “buscarse la vida”; sin árboles ni cobijo, con
alimentos escasos y dispersos, con la amenaza continua de los predadores; estuvimos
en una encrucijada evolutiva que casi nos hace desaparecer. Pero aquí es dónde
hace su efecto la selección natural, distintas mutaciones hicieron que nuestros
ancestros se fueran adaptando mejor a este nuevo y amenazante ambiente. Uno de
los cambios más importantes fue la bipedestación, andar sobre las dos piernas, lo
que nos proporcionaba la ventaja de poder ver desde lejos y a más distancia, y
también recórrela más eficientemente. Y de ahí se fueron sumando cambios que constituían
ventajas evolutivas; el uso de las manos para construir herramientas, producto
también de la encefalización creciente que producía conductas más complejas y
flexibles, nuestra capacidad de comer “casi” de todo, es decir el ser
omnívoros, etc, etc.
Proceso simplificado de evolución humana
En este recorrido evolutivo se generaron distintas
especies; los Australopithecus, que darían lugar por un lado a los parántropos,
y por otro a la primera especie de nuestro género, el Homo habilis.
Simplificando bastante el proceso migratorio ligado a la evolución de nuestro
género, los humanos salimos de África en varias oleadas, colonizando toda Eurasia.
El primer miembro en salir fue homo ergaster, hace más o menos 1.800.000 años, que ocupando Asia dio lugar al Homo
erectus, y en Europa a otras especies como antecessor, heidelbergensis, y
neardenthaliensis.
Como finalización de este proceso, está la segunda
gran oleada colonizadora. Nuestra especie Homo sapiens, se gestó en África, y
salió de este continente hace unos 200.000 años, ocupando todo el mundo y
sustituyendo al resto de especies humanas. Hoy en día solo existen humanos de
las especie Homo sapiens, el resto de especies humanas se han extinguido.
Expansión del Homo sapiens
El
enigma del Hobbit.
Visto estos conceptos básicos por arriba, toca
enfrentar el enigma del Homo floresiensis, más conocido como el Hobbit.
Teniendo en cuenta que los fósiles datan de unos 18.000 años, los
investigadores tuvieron que ir elaborando hipótesis que fueran plausibles; una
de ellas es que los restos encontrados eran de sapiens con alguna malformación
genética, cosa que ya ha sido descartada, y la otra es que se trataba de
descendientes de Homo erectus, la especie anterior a sapiens que pobló Asia,
que hubieran evolucionado de manera distinta en condiciones geográficas de
insularidad y aislamiento. Esta segunda opción, que parece la más explicativa,
tiene que enfrentarse a un importante interrogante ¿Cómo es posible que a
partir de una especie humana de talla alta y gran capacidad craneal se diera
lugar a otra especie pequeña de estatura y de cerebro?
Aún queda por demostrar que Homo floresiensis
proviene del Homo erectus, y no de otra
especie de homínido más pequeño, pero valorando que sea cierta la primera
tesis, la respuesta a cómo es posible que una especie alta y encefalizada dé
lugar a otra de talla y cráneo pequeño, está en la selección natural.
Recordemos algo que vimos antes y que es fundamental para entender la
evolución, y es que esta no tiende hacia ningún fin, ni divino ni natural, y no
es su función favorecer a organismos más inteligentes, sino a los que tengan
las características que mejor le permitan adaptarse a las condiciones del
medio. Hay un ejemplo en el muy recomendable libro de Xurxo Mariño “Neurociencia
para Julia”, en el que explica como un determinado organismo marino, después de
madurar, se come su propio sistema nervioso para acabar como vegetal en el
fondo del mar. Y esto está en la raíz de lo que intento explicar, un organismo
vivo renuncia a una forma de organización celular superior, como lo es tener un
sistema nervioso, por otra más rudimentaria pero que es más eficaz para
sobrevivir, y que por tanto ha sido seleccionada por la evolución.
Volviendo a nuestro Hobbit, esto se puede traducir
en que los Homo erectus que pudieron llegar a la Isla de flores, evolucionaron
en función de las condiciones del contexto. En esta isla ser más grande no
constituía ninguna ventaja al no existir grandes depredadores, más bien al
contrario, los alimentos eran escasos y un cuerpo grande necesitaba más alimento para mantenerse. De la
misma manera un cerebro grande requiere mucha energía y consume una parte
importante del metabolismo, por lo que saldrían favorecidos, y serían
seleccionados, individuos pequeños de cuerpo y de cabeza, aunque esto
significara retroceder en aspectos cognitivos o de lenguaje, lo cual parece que
no ocurrió porque existen evidencias de conducta inteligente como la
elaboración de herramientas.
Los pinzones de Darwin, ejemplo de e.volución insular. De una misma especie, evolucionaron distintos pinzones en diferentes islas. Sus picos están adaptados al tipo de alimento que le ofrecía su hábitat.
Este fenómeno también se ve reflejado en el resto de
especies animales que convivieron con el
Hobbit en la Isla, resaltando el caso del Stegodon, una especie de elefante
enano, perfectamente adaptado al hábitat insular, cosa que sería bastante difícil
por parte de sus parientes evolutivos, los actuales elefantes.
Quedan muchas dudas por resolver en torno a este
tema, pero el hecho de la existencia de estos seres humanos, como nosotros, y a
la vez tan diferentes como para constituir su propia especie, parece fuera de
toda duda.
Elefante actual, Stegodon enano, Homo floreciensis y Homo sapiens
La última parte es tal vez la que más se presta a la
leyenda y la especulación. Cuando llegaron los colonizadores holandeses a la
zona hace 500 años, los lugareños hablaban de unos seres de pequeña estatura,
los Ebu Gogo, que eran vistos de vez en cuando. Los investigadores afirman que
los homos floresiensis pudieron desaparecer hace unos 10.000 años por una
erupción volcánica en la Isla de Flores, aunque se especula que pudieron sobrevivir
más años en pequeños grupos. Lo que es seguro es que el Homo sapiens tuvo
contacto con ellos. Tal vez de ahí provengan esas leyendas sobre pequeños cavernícolas
de extraño lenguaje, que todavía perdura en el imaginario colectivo de las
gentes del lugar.
Artículos y blogs consultados:
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